Una de las ciudades que más me han impresionado de Castilla y León y de España es Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca. Sobre todo la visión de la ciudad amurallada, un recinto bien conservado que nos retrotrae a tiempos pasados y rebosa a Historia por los cuatro costados. Seguramente sea su situación geográfica, fronteriza con Portugal, la que le ha conferido esa imagen de ciudad guerrera, pero no debemos olvidar que otras ciudades también están situadas en frontera y no han sabido mantener su Patrimonio Arquitectónico, algo que si debemos agradecer a los rodericenses, pues sin estos gestos (poco comunes) olvidaríamos pronto nuestros orígenes y no podríamos entender el desarrollo de nuestro pasado.

Los restos de objetos y un ídolo hallados en excavaciones, nos dicen que ya el lugar estaba habitado desde la Edad del Bronce. También se hallaron esculturas, como la del famoso verraco y otras piezas atribuidas a los vetones, que habitaron la zona por el VI a. de C. hasta la romanización. Bárbaros y árabes asolarían la ciudad repetidamente y en el siglo XII, Fernando II de León mandó su repoblamiento para convertirse en un baluarte contra portugueses y musulmanes. Este rey proporcionaría a la ciudad todo el poderío y esplendor: la dotó de fuertes murallas y erigió una magnífica Catedral. Sería en los siglos XV y XVI cuando la ciudad conoció un periodo de desarrollo económico suficiente como para compararla con las ciudades más señoriales ...